El sol caía a plomo sobre la Carretera Federal 23, una arteria vial que serpentea por el corazón de Zacatecas. Era un jueves como cualquier otro, con el tráfico fluyendo en un ritmo constante. Sin embargo, a las 14:30 horas, la tranquilidad se vio abruptamente interrumpida por un rugido metálico y un chirrido espeluznante.
Un joven motociclista, de apenas 15 años, se dirigía a Jerez de García Salinas. Su espíritu aventurero lo impulsaba a desafiar el viento en su fiel máquina de dos ruedas. Pero el destino tenía otros planes para él.
En un abrir y cerrar de ojos, la motocicleta del joven chocó violentamente contra la parte trasera de una camioneta cerrada. El impacto fue brutal, un golpe seco que congeló la sangre de los testigos que presenciaron la tragedia.
El cuerpo del jovencito quedó tendido en el asfalto, inerte y ensangrentado. La alegría de su viaje se había transformado en un silencio sepulcral.
Las llamadas al 911 no se hicieron esperar. La esperanza de un milagro se aferraba a cada súplica, a cada sirena que rasgaba el aire.
Paramédicos de la Red de Emergencias Médicas de Zacatecas (Remeza) y agentes de la Guardia Nacional (GN) se apresuraron al lugar del accidente. Sin embargo, al llegar, solo pudieron confirmar lo inevitable: el joven motociclista había fallecido instantáneamente.
La escena era desgarradora. La motocicleta, con su chasis abollado y el parabrisas hecho añicos, yacía junto al cuerpo del joven. Un recordatorio cruel y tangible de la fragilidad de la vida.
El área fue acordonada y se dio aviso a la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE). Los agentes forenses, con su meticulosidad habitual, recogieron las piezas del rompecabezas para determinar las causas del accidente.
El cuerpo del joven fue levantado con solemnidad y llevado al Servicio Médico Forense (Semefo) para la necropsia de ley.
La noticia del accidente se propagó como fuego en pólvora por la comunidad. La muerte del joven motociclista, tan lleno de vida y sueños por delante, dejó un vacío irremplazable.
En la Carretera Federal 23, donde el asfalto se mancha con la tinta del destino, una nueva víctima se ha sumado a la fría estadística. Un joven que emprendió un viaje sin retorno, dejando un eco de dolor y un recordatorio de la importancia de la prudencia al volante.
