«Una mujer priva de su libertad al violador de su nieta y lo tortura de forma cruel.»
TIJUANA, BAJA CALIFORNIA. La mujer de 75 años fue detenida después de que vecinos de la vivienda, informaran a las autoridades las sospechas de que tuviera a una persona privada de su libertad en el interior de su vivienda.
Doña Catalina fue sorprendida con la visita de las autoridades, quienes al entrar a su vivienda con una orden, inspeccionaron la casa y al llegar a la parte trasera del patio, en un cuarto de herramientas, encontraron a Roberto sin extremidades y sin lengua.
Las autoridades municipales trasladaron a doña Catalina a las instalaciones de la fiscalía para ser interrogada y a la descripción, dejó a los policías con tremendo escalofríos.
Doña Catalina trabajaba vendiendo dulces a las afueras de una escuela primaria, frituras, dulces y hielitos de sabor. Era la manera de mantener a su nieta de cinco años después de que su hija muriera y la dejara con el encargo de la crianza de la nieta.
Menciona doña Catalina, que después de llegar de trabajar, le dió de comer sopita de fideo con frijoles a su nieta y la dejó dormir un rato. En lo que la nieta dormía, decidió ir a su habitación para ver lo que hacía falta en la tiendita de dulces.
Le pareció extraño no escuchar a su nieta después de tres horas de haber dormido, la pequeña solía despertar y pedir agua, pero ya habían pasado tres horas.
De forma silenciosa entró a su habitación y observó la terrible escena: un vecino se había metido a la vivienda por la ventana de la habitación de su nieta, y estaba abusando de la pequeña mientras le tenía cubriendo con una mano, nariz y boca.
Inmediatamente la mujer tomó un barrote de madera y golpeó fuertemente la cabeza del abusador.
Orgullosa menciona que lo arrastró hasta el cuarto de herramientas del patio trasero, lo amordazo, lentamente estuvo cortando parte de la carne de sus piernas y lo daba a los perros, así también hizo con sus brazos, al final lo durmió con infusión de hierbas y cortó la lengua y le sacó los globos oculares.
La nieta pequeña fue atendida por la misma abuela, curando sus heridas y tratando de ayudarla por sus propios medios, sin embargo la pequeña también tenía conductas que mostraban temor.
Al encontrar a Roberto además de la fuerte desnutrición que éste presentaba, no tenía extremidades, ojos ni lengua.
La mujer fue llevada por las autoridades y la pequeña identificada como Isabel, trasladada al DIF del lugar.
Roberto fue identificado por varios vecinos y su mamá, quien interpuso inmediatamente una denuncia por privación de la libertad.
Del cuerpo de Roberto, quién fue encontrado aún con vida, quedaban los huesos expuestos de brazos y piernas, sorprendentemente aún vivía. Al ser trasladado al hospital y ser ingresado, días después murió por desnutrición extrema, deshidratación y sepsis.
Doña Catalina fue sometida a juicio y jugada a 30 años de cárcel por privación de la libertad, tortura extrema e intento de homicidio.
A pesar del veredicto, doña Catalina dice no arrepentirse de haber tomado justicia por mano propia.
«No me arrepiento de haberlo hecho. Él arruinó para toda la vida a mi nieta, si lo dejaba ir le haría lo mismo a otra niña. No iba a dejar que una escoria como esa le hiciera más daño a más niñas inocentes. Él obtuvo lo que se merecía».
Una marcha colectiva por parte de varios ciudadanos pidieron justicia para doña Catalina, debido a que la justicia en el lugar es nula, mencionaron con cartulinas que la justicia en Tijuana no existe, y que debido a ello, cada quien debe de hacer justicia por mano propia.