Una joven de 26 años adopta a 14 niños después de haber trabajado como voluntaria en un orfanato.
Letty McMaster tiene tan solo 26 años, pero eso no le impidió tomar la noble decisión de adoptar a 14 niños africanos.
A los 18 años, Letty trabajó en un orfanato como voluntaria en Tanzania, depues de haber tomado un año sabático.
Ella decidió ayudar en un orfanato, a pesar de los miedos de sus padres.
“Mis padres tenían miedo porque iba a estar muy lejos, pero tanto ellos como mis amigos, apoyaron mi decisión.
Elegí Tanzania después de haber visto que cientos de miles de niños viven en la calle”, dijo Letty.
Iba solo por un año y terminó quedándose tres.
Ni bien llegó, notó que los niños recibían maltratos físicos y psicológicos.
Solo se los alimentaba una sola vez al día, y supo que también existía violencia sexual.
“En muchos orfanatos sucede lo mismo. Todo se remite a una estrategia para ganar dinero y explotar a los niños.
El abuso era espantoso. Estoy segura de que quienes donan dinero, creer ayudar, pero no saben el desastre que provocan”, contó Letty.
Una mamá para 14 niños.
Cuando el orfanato cerró sus puertas, la joven decidió adoptar a 9 niños que no tenían a dónde ir.
“Soy como una mamá que cría adolescentes. Estos niños son mi vida entera.
Paso muchas horas con ellos. Soy la figura materna de la casa.
Algunos de estos niños nunca tuvieron padres y me consideran su madre, pero otros me ven como una hermana mayor, porque no soy mucho más mayor que ellos”,afirma Letty.
Es así como con sus escasos 26 años, vive en una casa con 14 huérfanos, en Iringa, Tanzania.
“Quise crear aquí un lugar seguro para ellos; en donde se sientan amados y no sean tratados como si estuvieran en un zoológico.”
Una nueva oportunidad.
Cuando Letty se convirtió en su tutora legal, contribuyó a que estos niños puedan salir adelante y tengan una nueva oportunidad.
Las historias de cada uno son aterradoras. Habían sufrido todo lo que un niño no debería sufrir.
A Eliah, uno de los niños adoptados, fue encontrado vagando por las calles, después de haber perdido a su madre.
Fred, vivía en un basural y cuando Letty lo encontró, hacía varios días que no comía.
Iddy, integró pandillas callejeras, cuando sus padres murieron y se quedó solo.
Hoy, estos niños ven el fruto de haber sido salvados por esta joven altruista.
Estudian, y muchos son los mejores de la escuela, otros van a la universidad, mientras que otros se han convertido en músicos talentosos.
“Cuando pudieron sentir un lugar como su hogar, lograron salir adelante. Cuando los veo tan felices y haciendo cosas con determinación, entiendo que todo lo que hice valió la pena”, cuenta Letty con orgullo.
Yendo por más.
Sin embargo, esta joven británica no piensa quedarse cruzada de brazos.
Cuenta con una segunda casa, abierta tres veces a la semana, en la que recibe a otros niños.
Les da un lugar donde dormir y un plato de comida caliente.
Por las noches, recorre las calles en busca de otros niños necesitados.
“Siempre hay niños necesitando ayuda.
Lo más difícil es obtener ayuda financiera, pero en los próximos 5 años espero poder ayudar a salir de la calle a tantas personas como sea posible.
Si no podemos encaminarlos de manera segura, corren el riesgo de que terminen en pandillas, en la cárcel o muertos”, cuenta Letty con preocupación.
Pero gracias a una organización caritativa británica llamada Street Children Iringa, que ella misma creó, logra obtener el dinero necesario para financiar su proyecto.
Los gastos médicos, los muebles escolares y la ropa y comida de los niños, se solventa por medio de esta organización.
Letty pasa 9 meses en Tanzania, pero el resto del año vuelve al Reino Unido para recolectar fondos, organizando eventos caritativos.
¡Qué alma solidaria! Letty se convirtió en una balsa salvavidas para estos niños, que, de otra manera, no podrían haber tenido un futuro.
Qué bendición de Dios es que esta joven dedique su juventud y su energía a ayudar a niños desfavorecidos.
Ojalá tuviéramos muchas más como ella.
FUENTE mundo.today